viernes, 26 de julio de 2013

Summer days

Es que la vida es perfecta… 

¿Cómo es que se puede estar con las personas perfectas, en el lugar perfecto, durante el instante perfecto?
¿Cómo es que dos o más seres se encuentran en este mundo sobre poblado y establecen vínculos que perduran sin condiciones de tiempo o espacio a pesar de las miles de personas que pasan por la vida?
¿Cuál es la probabilidad de que un ser, existiendo tantos seres, logre tener una conexión inexplicable, cuasi metafísica con otro en particular?
¿Cómo es que pasa eso en el momento histórico en el que la gente ya no se ama y ha dejado de creer?

Y bueno, si el creer es tan efímero como los castillos de arena junto al mar… ¿Acaso esa sensación de construir fortalezas, torres y puentes (que aunque de antemano se sabe que no será eterna, pues tarde o temprano las olas se llevarán la arena) no es de las más plenas, intensas e irreales de la vida?

¿Por qué no intentar vivir a pesar de saber que en poco tiempo seremos cuerpos inertes? ¿Por qué delimitar el amor y negarse a hacerlo aunque se sepa que la naturaleza misma nos lo quitará?


Y comprendí por qué me gusta escribir. Los seres, los instantes, los sentimientos y sensaciones cambiarán todo el tiempo, fluirán y se renovarán constantemente apareciendo siempre en un nuevo estado tan puro como el anterior. Las palabras en cambio, aunque se re-significan o re-interpretan suelen quedarse con uno, suelen estar ahí, siempre, cada que uno las necesita; como para recordar lo que una vez se sintió y remitirle al instante preciso, como para trascender a pesar de que el momento, o las personas, o el sentimiento ya hayan desaparecido. 





*Desde el centro del mundo. Montañita, Ecuador. 2013

lunes, 29 de abril de 2013

Pasos para volarse la cabeza




Primero. Dejar una carta mencionando el porqué de los hechos, contando con ciertos detalles escabrosos las causas por las que uno ha decidido volarse la cabeza: los dilemas metafísicos que aparecen todos los putos días, el desinterés por las relaciones interpersonales, la escasez de motivaciones que le impiden a uno cada vez más ser alguien funcional, etc… lo de siempre.

Segundo. Buscar el arma que le permitirá volarse los sesos, irónicamente para dejar de devanárselos todos los días con el pensamiento.

Tercero. Encontrar el instante en el que tanto la euforia (el deseo de hacerlo) como la racionalidad (las razones que lo justifican) confluyan de tal manera que ambas se compaginen, pues suele pasar que cuando se está en un momento de euforia algo lo trunca: o llega compañía, o hay un atardecer bonito, o suena la canción que le recuerda que hubo un pasado mejor... En el caso contrario, las razones están claras pero falta la euforia, y sin la euforia se pierde el impulso, las ganas, la intensidad del acto.

Cuarto. Una vez se hayan seguido los anteriores pasos a cabalidad, se procede a jalar el gatillo. Esta vez, sólo se requiere de un par de procedimientos algo mecánicos: tomar aire (que siempre se hace), cerrar los ojos (como intentando perpetuar un parpadeo) y ya!


*La otra posibilidad, es imaginarlo y escribirlo. El lenguaje tiene la capacidad de hacerle perder la intensidad corporal a todo, de ahí que una vez escrito, la vehemencia se pierda y un cuerpo deseoso de despojarse de sus propios sesos pierda el interés y desee otra cosa. Así funciona el lenguaje en el cuerpo y el cuerpo en el lenguaje.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Las cosas que pasan


La vida tiene muchos quiebres. Todo el tiempo los tiene. La gente pasa, envejece todos los días y no se percata de que lo hace. Lo mismo me pasa. Hace nada, estaba yo, escuchando la canción que suena ahora desde mi portátil, diciéndole a Andrés que quería mejorar mi vida en muchos aspectos y ahora… ahora heme aquí.
Uno pensaría que a veces es mejor no pensar. Pero con el simple hecho de hacerlo, ya estoy haciendo lo que preferiría no hacer.
Y pensar, pensarme (en este caso) implica pensar el pasado también. Es decir, tener presentes los recuerdos. Por un lado están los fantasmas: esos que uno preferiría olvidar y que por la misma razón decide ocultarlos en una parte nublada de la memoria. El problema, es que esa parte, así como la neblina, se despeja ocasionalmente, exhibiendo con claridad lo que nos mata lentamente.
Por otro lado, se encuentran los recuerdos memorables, fotografiables, dignos de materializar con palabras, dignos de contar. Estos recuerdos, los que uno suele tener presentes cuando necesita auto-justificarse la existencia en momentos de debilidad emocional, esos mismos, pueden también matarlo a uno.
Y matan, porque cuando uno tiene una imagen yuxtapuesta del lugar en donde se encuentra reflexionando sobre todo eso, y esa imagen le remite a emociones de mayor gratitud y dicha, y uno se ve sonriente, pleno y feliz, lo único que surge es la pregunta ¿cómo fue que las cosas cambiaron?
Hace nada, estaba yo pasando por la calle (que está en frente mio) por donde veo pasar mucha gente ahora. Yo iba aligerando el paso, ansiosa por conocer al chico de camiseta negra y buso blanco debajo.
Hace nada, vine a este lugar con el chico de camiseta negra y buso blanco debajo, quien tras casi un mes de salidas conmigo, se convirtió en mi novio. Duramos más o menos 4 años y medio.
Hace nada, pasaba yo por esta calle con otros dos chicos, quienes con el tiempo han llegado a significar mucho más de lo que uno imaginaría… y pasábamos, porque salíamos del museo y continuaríamos la celebración en un bar (en donde por cierto, han sucedido muchas cosas).
Y entonces, ver los cambios que tiene la historia de uno (a veces, leves, a veces dramáticos o radicales) hacen que hoy 12 del 12 del 12 (año en el que decidí conquistar la libertad de la existencia) yo recuerde {tomando coca cola, con una camiseta de Zara que tiene estampada la premisa Carpe Diem , unas botas que compré en uno de mis viajes a Cali y que estrené en Lulu con Andrés, las uñas pintadas de verde (como cuando tenía 14) y el maletín de converse que me regaló el chico de camiseta negra y buso blanco en la primera navidad que pasamos juntos} que envejezco.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Caelum et infernum


Siempre pensé que aquello del cielo y el infierno (por más metafórico que sea) tiene su grado de verdad; como dije, no hay nada verdadero, todo depende de una perspectiva y una serie de juicios de valor al respecto.
El infierno entonces cobró sentido para mí, cuando yo imaginaba (en el caso de que así se diera) mis últimos instantes de vida; siempre habrá últimos instantes… o en un hospital con gente alrededor llorando (o satisfecha), o sin nadie; o después de ser atropellada por un carro y gente por montones preguntando sobre mi identidad y simultáneamente robando el dinero de mi bolso; o con un tiro o puñal en alguna parte del cuerpo, tras haber sido atracada en algún lugar de Colombia; o durante los momentos previos a la muerte que se dan durante el infarto; y ni se diga de un suicidio… muchos instantes para pensarse, para pensar por última vez la existencia misma. 
Y entonces, cuando uno estuviese en dichas reflexiones metafísicas, físicas y sensoriales, el momento decisivo de estar en el cielo o el infiero vendría a ser el grado de aceptación con el que uno asume la muerte y la vida que tuvo. Si se arrepiente, ese tiempo, corto tiempo, pero tiempo al final de cuentas, vendría  a ser el infierno; pero si no... si se puede morir en paz, como me siento ahora, la ascensión y la estadía junto a “dios” dejaría de ser algo mitológico y así… hasta la eternidad (aunque suene muy cristiano). Porque para mí, la eternidad es eso, lo que se conserva en la memoria, y la memoria como buena perteneciente del cuerpo y sujeta a procesos orgánicos, se termina ahí, cuando el organismo entra al periodo de descomposición…

domingo, 2 de septiembre de 2012

Sobre la libertad, Stuart Mill

"La única parte de la conducta de cada uno por la que él es responsable ante la sociedad es la que se refiere a los demás. En la parte que le concierne meramente a él, su independencia es, de derecho, absoluta. Sobre sí mismo, sobre su propio cuerpo y espíritu, el individuo es soberano" 

martes, 28 de agosto de 2012

Sobre el amor



 “El que no ama tiene sobre el que ama la ventaja de conservar su buen sentido”. 

Eso lo leyó hace exactamente 10 meses en el Fedro de Platón, y como buen detractor del enamoramiento, le dio la razón. Decía que no comprendía por qué las personas actuaban de manera tan irracional cuando se enamoraban y criticaba un poco la conducta de sus amigos, quienes se habían alejado de él por tener novia. Para él, todo lo relacionado con el amor se trataba de una cuestión cultural, de una construcción social con la que se mantenía el statu quo.


Un día, escuchando a Ella Fitzgerald, se acordó de esas conversaciones que últimamente estaba teniendo todos los días con la misma persona; sonrió. Con el tiempo, cada vez que miraba al lado derecho de la pantalla, esperaba ver la foto de ella, acompañada del botón verde, que indicaría su “disponibilidad para chatear en Facebook”. Y así… de repente se preguntó el porqué del aumento en su frecuencia cardiaca, del nerviosismo al verla, y de las ganas de retomar la conversación que habían dejado pendiente.


La respuesta era sencilla: Se trataba de un proceso bioquímico, que iniciaba en su corteza cerebral y que influiría completamente en su cotidianidad. Los niveles de feniletilamina, dopamina y oxitocina se incrementaban considerablemente en su organismo, generando un cambio radical en la racionalidad de la que tanto se jactaba. 


Su cuerpo entonces, a raíz de un cerebro inundado de neurotransmisores, se apoderó de su fuerza de voluntad; estaba enamorado. Dijo un escritor griego, “Hay dos cosas que el hombre no puede ocultar: que está borracho y que está enamorado”; y en efecto, el cuerpo lo delató.

Justine y los infortunios de la virtud

2009

"Más vale ser de los malos que prospera y no de los virtuosos que fracasan" 

"El resultado de una sociedad perniciosa, ya hastiada de todo, sólo se remedia con los excesos y saturándose con las prácticas más aberrantes"

"Si se nace para el crimen, se debe cometer el más grande"

"A los impulsos recibidos deben seguirlos, ponerse una banda en los ojos y gozar"

"La elección que el hombre pueda hacer entre el vicio y la virtud no es lo que va a determinar su felicidad, ya que tanto el vicio como la virtud son sólo maneras de conducirse en el mundo"

"Los remordimientos son una quimera. Son los murmullos imbéciles de un alma que es demasiado debil como para callarlos"

"Uno sólo se arrepiente de lo que no suele hacer"

"El delito no es más que la infracción a las costumbres nacionales; todo es una cuestión de criterio y situación geográfica"